La sociedad española del nuevo siglo esta sufriendo de un
modo directo los nuevos conflictos y saturación a nivel particular, empresarial
y familiar. El bienestar social que tan amplio consenso tuvo a inicios de la
democracia, se difumina en nuevas pautas sociales y de comportamiento que lleva
a redefinir valores y nuevas formas de afrontar los conflictos personales.
La convivencia vecinal no está
ausente de situaciones conflictivas, cuando traspasamos el umbral de lo
privado, nos hallamos en el terreno de lo comunitario, nuestras actitudes se
reflejan en nuestro quehacer diario y nuestra forma de afrontarlo representa el
rol que adoptamos ante nuestros vecinos. No solamente hablamos de problemas
financieros en derramas, discusiones en Juntas de Propietarios, necesidades
urgentes de habilitar espacios accesibles a mayores, sino que hablamos de
ciertas actitudes y derechos que van más allá del civismo ciudadano.
El pasado verano se puso en marcha
una iniciativa malagueña denominada Red
de Prevención y Mediación Comunitaria que trata de fomentar la convivencia
pacifica entre la ciudadanía. También está destinada a crear un mantenimiento
asociativo, redes vecinales y de prevención y creación comunitaria, así como la
participación del vecindario. Por lo que se pretende que sean los propios
vecinos de la barriada quienes defiendan sus problemas y los que tomen
decisiones, intervengan en la realización de las propuestas y los que evalúen
sus resultados para consensuar una resolución.
Términos como Acoso o Blocking
circulan a la hora de hablar de conflictos vecinales; Los anglosajones fueron
los primeros en acuñar el término Blocking, un término que refiere el acoso a
otros vecinos de un mismo bloque o barriada y quienes lo sufren lo viven como
verdaderas víctimas. Estas situaciones a veces no se detectan o pasan
inadvertidas, de no ser tratadas adecuadamente desencadenan un stress
emocional y genera una enorme
conflictividad en la comunidad si no se frena
a tiempo.
Puede comenzar con el bloqueo a
decisiones vecinales en las reuniones o juntas, trasladarse a más personas y
extenderse en el tiempo, pudiendo derivar en complejos procesos judiciales de
muy difícil resolución, por este motivo, el proceso de mediación vecina y la gestión extrajudicial de dichos síntomas
pueden allanar un camino que de iniciarse puede producir graves fracturas
sociales en los habitantes de un edificio, comunidad o urbanización.
La figura del “Troll” o
incendiario, agresor, es una pieza clave en el análisis y detección de quienes
utilizan la formula del acoso vecinal con intereses a veces ocultos (`provocación,
lanzar rumores, desviar atención..), mala fe o diferencias con otros moradores
de su misma comunidad. Los actores secundarios o personas que utiliza el Troll
para sus provocaciones son partes integrantes de este sofisticado método por lo
que de generarse una negociación, o mediación habrán de tenerse muy en cuenta para
una resolución satisfactoria. No frenar a tiempo estas situaciones supone un
empeoramiento de relaciones vecinales y reafirmación de estos molestos y
negligentes métodos para conseguir consensos en una comunidad.
El temido efecto eco que pueden
producir estas intervenciones de acoso o Blocking puede alterar la normal convivencia vecinal;
los responsables y administradores de las comunidades pueden verse afectados
por sus responsabilidades adquiridas en medio de conflictos de Blocking y no
tomar partido en una solución, la evasión al problema o la dimisión de sus
puestos no frena este método en si mismo, al contrario lo incrementa, pues el
agresor/es pueden verse fortalecidos. Afrontarlo a través de profesionales de
la gestión de conflictos y/o mediación puede poner nombre a los hechos, desentrañar
las posiciones e intereses de los afectados y poner orden en una comunidad.
Los últimos actores de este fenómeno
y no menos importantes son los restantes vecinos que son testigos de la
realidad vecinal, también llamados espectadores activos, que bien por comodidad
(evasión) o razones personales deciden no actuar a tiempo en este compás, en
ellos esta también parte de la solución del mantenimiento de estos
comportamientos o que sigan produciéndose, con la actitud primera pueden instigar
a ciertos agresores a mantener estos comportamientos incívicos , lo cual puede llevar a que alguien se vea
obligados a abandonar un inmueble o local de una comunidad llevado por el
stress vivido mal gestionado por quienes pueden tomar decisiones para frenarlo
a tiempo.
Al fin y al cabo los efectos
externos a nuestra vivienda y la comunidad que nos rodea debe generarnos una
suerte de buenas energías, influida por el lugar, clima, situación y orientación
de nuestras comunidades y moradas, estas energías también fluyen en nuestra
contra. La actitud del presidente y el Administrador de Fincas en estas
situaciones son esenciales para que fluya el dialogo en todo momento.
Según Emanuela Carmenati,
Vicepresidente del Tribunal Arbitral de GIRONA, mencionaba hace tiempo en su artículo
“Blocking y Mediación” que existen tres vertientes clásicas para atenuar y
abordar estas situaciones: la médica, la jurídica y la social. La médica
pertenece a la esfera personal y familiar del afectado, que tendrá lesiones psicológicas
que convendrá sean tratadas; Por otro lado el agredido y evitar que se extienda
a sus vecinos canalizando de manera oportuna.
La esfera jurídica afecta al
agresor (instigador del proceso) y es que atentar contra la integridad moral o
coaccionar esta penalizado en nuestro ordenamiento, esto deberá ser perseguido e
informar y divulgar al resto de la
comunidad de estos hechos. Se ha de socorrer y frenar estas actitudes sin lugar
a dudas.Por último la vertiente social del Blocking afecta a la pasividad vecinal
en estas circunstancias, más allá de las consecuencias jurídicas, se plantea una
cuestión moral y de conciencia social.
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